1984. GEORGE ORWELL

1984 de George Orwell

Editorial Debolsillo

352 páginas

MI OPINIÓN

Allá por el verano, un grupito decidimos juntarnos a leer uno de los clásicos de ciencia ficción, 1984. Así que pasamos unos días un poco asfixiados, y no sólo por el calor...

Winston es el protagonista de esta historia escrita en un pasado no muy lejano por George Orwell. Un trabajador de El Ministerio de la Verdad que, paradójicamente, se dedica a falsear la realidad, a destruir pruebas de que el mundo sea de una manera distinta a lo que marca, según sus intereses, El Partido Único.

Todo aquél que piense distinto (ya no actúe, si no que tan sólo le pase por la mente una idea rebelde) es vaporizado después de haberle conducido a la Habitación 101.

Por ello, El Partido utiliza elementos de control como la telepantalla, un instrumento a modo de televisión que permite no sólo difundir el mensaje único, si no también controlar a los ciudadanos dentro del propio ámbito del hogar. No existe por tanto un resquicio de intimidad, nada que quede al exclusivo control del individuo.

Particularmente interesante me han parecido dos ideas que lanzó Orwell. La primera, la relativa al adoctrinamiento de los niños, de tal manera que se conviertan en fiscalizadores de sus propios padres. Nada hay por encima del partido, incluso la familia esta supeditada.

Familias que no nacen del amor, si no de la necesidad de reproducción. No puede haber amor más allá del amor al Partido.

En segundo lugar, y la que más me inquietó, es la creación de una Nuevalengua. La manera de controlar incluso al propio lenguaje para que se someta al único fin de perpetuar el sistema establecido. El sistema es sencillo, erradicar todo contenido emocional de las palabras, de tal manera que no exista manera de expresar las realidades de manera distinta al Pensamiento Único, que las palabras se vean desprovistas de opiniones, o connotaciones sentimentales. Podría daros algunos ejemplos en la actualidad de estas prácticas, pero estoy segura de que se os ocurren a vosotros solos...

En definitiva, una lectura desesperanzada, que te deja con una sensación de falta de calma, algo asfixiante y muy muy necesaria para darle unas cuantas vueltas a la sociedad actual y hacia donde nos conducimos. Un clásico totalmente recomendable.

Besos

"Era un día frío y luminoso de abril y los relojes estaban dando las trece. Winston Smith, con la barbilla clavada en el pecho en un esfuerzo por escapar al desagradable viento, pasó a toda prisa entre las puertas de cristal de la Casa de la Victoria, aunque no lo bastante rápido para impedir que se colara tras él un remolino de polvo y suciedad."