La amiga estupenda de Elena Ferrante
Editorial Lumen
386 páginas
"Nadie nos entendía, pensaba yo, solamente nosotras dos nos entendíamos. Nosotras, juntas, solo nosotras sabíamos de qué manera la capa que pesaba sobre el barrio desde siempre, es decir, desde que teníamos memoria, cedería un poquito si Peluso, el ex carpintero, no era el que había hundido el cuchillo en el cuello a don Achillie, si el que lo había hecho había sido el habitante de las cloacas, si la hija del asesino se casaba con el hijo de la víctima. Había algo insostenible en las cosas, en las personas, en los edificios, en las calles, que se volvía aceptable únicamente si se reinventaba todo como en un juego. Sin embargo, era esencial saber jugar y ella y yo, solo ella y yo, sabíamos hacerlo."
MI OPINIÓN
Elena Ferrante está de moda. Nadie sabe quién es, pero cuenta con una legión de seguidores y su propio hashtag, #FiebreFerrante. En alguna entrevista, no presencial, la autora explicó que usaba seudónimo porque cree que el arte de la literatura debe ocupar un lugar primordial, por encima del propio autor de la obra y el marketing que le rodea. Una vez escrita, la novela ya no es de él sino de los lectores. No sé si en su caso lo ha conseguido o ha ocurrido el efecto contrario teniendo en cuenta todas las teorías y especulaciones que han surgido en torno a ella.
Nada más abrir La amiga estupenda nos encontramos con una amplia lista de personajes que puede resultar intimidante, no sólo por la cantidad de los mismos sino también porque algunos cuentan con apodos o hay personajes que los denominan de distinta manera. Esto puede confundir en la primera parte de la novela hasta que consigues meterte en la historia y hacerte con todos ellos. Además, pronto el lector se da cuenta que la novela se focaliza en Lenù, la narradora, y su mejor amiga Lila. Al principio del libro sabemos que Lila ha desaparecido borrando todo rastro de sí misma, ni siquiera su hijo sabe dónde está y, desesperado, trata de ponerse en contacto con Elena Greco, Lenù, para que le arroje algo de luz. Inmediatamente Elena decide no dejar que Lila gane la partida al olvido y se pone a escribir su vida. La vida de las dos, pues, de hecho, se hayan íntimamente unidas la una de la otra.
Lila y Lenù, al principio de La amiga estupenda son muy pequeñas. Dos niñas que se conocen en la escuela y que comienzan una relación de amistad algo rara, tumultuosa y a través de ellas y sus vivencias Ferrante nos conducirá hasta la adolescencia de ambas.
Lenù es una niña sensible, muy estudiosa, podríamos decir que se trata de una niña muy normal en el mejor sentido de la palabra. Hija del portero del ayuntamiento tiene un futuro prometedor en el mundo del estudio. Lila, por su parte, es rebelde, pasional, impulsiva y exaltada, rodeada de cierto halo de misterio quizá por ser una persona con la que es difícil llegar a conectar.
Lenù caerá rendida ante la figura de Lila, necesitará entrar a formar parte de su vida, su aprobación en las decisiones importantes que le vaya tocando tomar, pero a la vez, es una relación muy competitiva y llena de celos y cierta envidia. Lila siempre empuja a Lenù a lo desconocido, a dar ese paso que no se atreve a dar, a encontrarse a sí misma y a superarse, aunque Lenù a veces lo entienda como celos, que también los hay, o una manera de recordarle que ella siempre será mejor en todo si se lo propone.
La novela se sitúa en la Nápoles de los años 50, se trata por tanto de una novela de la post guerra, algo que también se notará en el ambiente del vecindario que actúa como un personaje más. En el conviven un conjunto de familias pobres que se rigen por las leyes de la mafia debiéndose respeto a los Solara y donde en una disputa familiar puedes ver salir volando por una ventana una plancha o una niña. Un ambiente tenso, lleno de violencia. Se centra en las distintas familias, en su día a día, en cómo la gente, las familias normales, hacen frente a los problemas que les trae la vida. Ferrante se centra en las cosas pequeñas y en las bajas pasiones como las aventuras amorosas, los celos o las rencillas heredadas de una época pasada. Es interesante también ver como a medida que Elena, nuestra narradora, va creciendo y se convierte en una adolescente instruida, el vecindario, la ciudad cambia con ella y prospera.
En cuanto a la prosa de Ferrante, no sigue una construcción de párrafos, capítulos o diálogos como estamos acostumbrados, tiene una manera de narrar peculiar, y si tuviera que ponerle un adjetivo sería directa, visceral. Poco a poco, a su manera, te va arrastrando en la lectura, sumergiéndote en la historia, esa en la que parece que no pasa nada pero está pasando todo. La autora no pone tanto el acento en la trama o en la tensión narrativa sino más bien en la intensidad de lo que cuenta, es decir, en el crecimiento de dos mujeres, que van descubriendo el universo femenino muy influenciado por la época y el entorno claramente dominado por los hombres en el que les toca crecer.
Son muchos los temas que trata La amiga estupenda, como el despertar físico, sexual y personal de la mujer, las preocupaciones de las mismas, la vergüenza ante ese propio crecimiento y las sensaciones que acarrea, las tensiones entre madres e hijas y como éstas tratan de ser una versión distinta a ellas para no repetir esos errores que se amplifican en la mirada de esas hijas hacia sus madres.
La amiga estupenda está maravillosamente bien escrita, lo cual también hay que agradecer a Celia Filipetto, la traductora, por su gran labor. Con treinta y cinco páginas ya me tenía cautivada.
En definitiva, La amiga estupenda es el primer libro de una tetralogía con la que tengo muchísimas ganas de seguir. Elena Ferrante ha conseguido una obra intimista y reflexiva que necesita ser leída con reposo por lo introspectivo de la misma. Nos sirve de espejo, poniendo al lector frente a sentimientos primitivos que en algún momento han formado parte de nosotros. Quiero continuar con la vida de estas dos amigas, descubrir la maternidad en ellas, cómo les afecta el paso del tiempo y cómo se van haciendo a sí mismas. Sé que me esperan unas cuantas horas de muy buena literatura.
Besos