Un árbol crece en Brooklyn de Betty Smith
Debolsillo
504 páginas
MI OPINIÓN
Confieso que me costó entrar en este Brooklyn de comienzos del siglo XX. Una resistencia que me pesó, puesto que este clásico de la literatura norteamericana, llevaba en mis estanterías esperando su momento mucho tiempo y tenía mis expectativas altas. Sin embargo, persistí, y Un árbol crece en Brooklyn se ha convertido en un imprescindible, una lectura inolvidable y Francie, en una amiga que me acompañará siempre.
Corren tiempos difíciles para los vecinos de Brooklyn en los años previos a la Primera Guerra Mundial. El hambre y la miseria golpean con dureza a esos habitantes, la mayoría hijos de inmigrantes europeos que pretendían conseguir el sueño americano. Sin embargo, en muchas casas se respira la desilusión, se divisan los futuros rotos. Algo que, pese a la dureza de la vida y los reveses de la misma, no ocurre en casa de los Nolan. Allí la pobreza les ha moldeado el carácter para convertirles en supervivientes, donde saben muy bien cómo mantener la llama de la esperanza viva, y donde Francie ha aprendido a soñar a través de los libros que coge prestados en la biblioteca, consiguiendo ver oportunidades en todos los problemas, y aferrándose con fuerza a sus sueños, mientras escucha cantar a su entrañable padre.
Esta novela está compuesta de retazos, recordándonos lo que de verdad importa, el encontrar la felicidad en las pequeñas cosas, como en unas flores colocadas con cuidado en un jarrón, o como el sabor de la preciada leche condensada, el apretón de manos de la tía Sissy cuando nadie más parece entender o el abrazo de Neeley cuando se le tiende la mano. Un árbol crece en Brooklyn está lleno de olores, de sabores, de sonidos que recrean tan bien una época y un lugar que la misma ciudad se convierte en un protagonista más, a la que aprenderemos a amar y a mirar con ojos distintos y atentos.
Betty Smith escribió una novela sobre los sueños, la lucha por conseguirlos, el sobreponerse a los duros golpes y las penalidades del día a día, y nos lo contó a través de los ojos de una niña que soñaba con prosperar mediante la educación, mientras leía en la escalera de incendios de su piso. Francie y su familia son personajes inolvidables.
No os la perdáis. Así, sin más. Besos