lunes, 26 de noviembre de 2018

Las tres bodas de Manolita | Almudena Grandes


Las tres bodas de Manolita de Almudena Grandes
Tusquets
768 páginas

MI OPINIÓN

Un mordisco en el corazón, eso ha supuesto para mí Las tres bodas de Manolita. Un libro que me ha enamorado y que hubiera deseado que no acabara. Almudena me ha vuelto a encandilar. Leerla es volver a casa, es un chocolate caliente entre mantas en una tarde de otoño. Eso es lo que siento cuando la leo.

Descubrí a Almudena Grandes gracias a mi tía Reyes. Es su escritora favorita, y con el tiempo pasó a ser también una de las mías. Los Episodios de Una Guerra Interminable es una de las series de libros que espero con más ansia. Hace cuatro años me regaló Las tres bodas de Manolita y decidí dejarlo para otoño, que es mi estación favorita y porque siempre he relacionado a Almudena con él. Al final han sido cuatro otoños los que le he hecho esperar. Y la espera ha merecido mucho la pena.

Unas multicopistas tienen la culpa de una de las historias de amor más bonitas que he leído nunca. Manolita, hermana de un comunista convencido vive los primeros años de la guerra civil española entre las reuniones clandestinas que se celebran en su casa. Se ha ganado el apodo entre los amigos de su hermano de "La señorita conmigo no cuentes" puesto que nunca se ha querido involucrar en política. Sin embargo con la toma de Madrid y el comienzo de la posguerra, no le quedará más remedio que hacer frente a una multitud de problemas que se le irán planteando día a día, con la sensación de que Dios, no sólo aprieta si no que también ahoga.

Pasará los días entre los múltiples trabajos que tendrá que coger para poder sacar adelante a esa familia de la que se ha convertido en cabeza sin que sea el tiempo natural para ello. Comenzará así mismo una rutina de visitas a la cárcel de Porlier, primero para visitar a su padre y después a Silverio, un joven más bien feo, que es todo un prodigio con las máquinas, y al que el destino le unirá irremediablemente.

Las tres bodas de Manolita es la historia también de los niños esclavos del fascismo, hijos del enemigo que redimían las penas de sus padres, trabajando sin salario en colegios de órdenes religiosas y de las familias que vivieron en el Cuelgamuros o El valle de los caídos mientras sus maridos, o padres participaban en la construcción del mismo mediante trabajos forzosos. Ambas historias me han fascinado ya que no conocía absolutamente nada de esto, antes de leer esta novela.

Como digo, me ha encantado regresar a las letras de Almudena Grandes, leerla es una sensación reconfortante, a pesar de la dureza y crudeza de los hechos que relata. Siento sus libros como un abrazo. Deseando hacerme con Los pacientes del doctor García, aunque ya voy avisada que no es como su predecesora.

Besos

lunes, 19 de noviembre de 2018

La buena vida | Jay McInerney


La buena vida de Jay McInerney
Libros del asteroide
429 páginas

MI OPINIÓN

Hay novelas con hechos desencadenantes poderosos y La buena vida es un claro ejemplo de ello. Jay McInerney se vale del atentado del 11 de septiembre en Nueva York, cuando dos aviones tripulados por sendos terroristas se estrellaron en las torres gemelas, causando la muerte a miles de personas. Es en este momento cuando las vidas de Corrine y Luke experimentan un punto de inflexión dando lugar a una nueva vida.

Las grandes catástrofes tienen un componente de renacimiento importante, son acontecimientos que nos hacen plantearnos nuestra propia vulnerabilidad. La idea totalmente palpable de que hoy estoy aquí, pero mañana no lo tengo garantizado. El minuto siguiente de mi vida, ni siquiera lo ésta. Por eso ante estas vicisitudes, es imposible no plantearse qué tal se está manejando uno mismo con su propia vida. Preguntarse si ésta tiene sentido, si se está haciendo lo que se quiere o siguiendo la estela programada por alguien más, un camino marcado por ideas preconcebidas y erróneas. Es en estos casos cuando esa pregunta tan importante y que de normal brilla por su ausencia en ese vivir aletargado que a menudo nos caracteriza, nos explota en la cara para interpelarnos si de verdad somos felices, si estamos donde queremos estar. 

Eso mismo es lo que les ocurre a nuestros protagonistas después del atentado. Sus vidas se pondrán patas arriba, enfrentándose a situaciones que hasta el momento ocurrían de manera soterrada, en silencio, pero que ese acontecimiento que inevitablemente afecta al que lo sufre de cerca, hará que suban de volumen haciéndolo ensordecedor. Corrine y Luke tendrán que lidiar además de con esos viejos problemas, con el amor que nace en las ruinas de la zona cero, cuando parece que el peor momento para que surja ese tipo de sentimiento no puede ser otro que ese, en el que se supone que hay que agarrarse a los tuyos, y a la certeza de lo real. 

La ambientación y los personajes de fondo son muy interesantes a la hora de analizar lo que ocurrió y cómo se vivió en la pequeña sociedad que constituyen los habitantes de Manhattan. El autor pone el ojo en esa tribu para que la realidad golpee más al lector, contraponiendo la frialdad de los habitantes de la zona más cosmopolita del mundo con la crueldad del atentado.

La buena vida es un libro sobre los grandes cambios, sobre cómo la vida se abre paso incluso en la peor de las situaciones. Es un ensayo sobre la condición humana, la supervivencia, el seguir adelante a pesar del miedo, el pensar que nada puede ser igual que antes, sobre la mentira y la culpabilidad, sobre el vacío de algunas vidas y el cómo nos empeñamos en cometer los mismos errores una y otra vez. 

Besos

lunes, 12 de noviembre de 2018

Siempre hemos vivido en el castillo | Shirley Jackson


Siempre hemos vivido en el castillo de Shirley Jackson
Editorial Minúscula
204 páginas

MI OPINIÓN

No es nuevo hablar por aquí de las andanzas de Teresa y mías, pero esta me hace especial ilusión porque es una de nuestras tradiciones (bueno llevamos dos años haciéndolo, pero cada uno define tradición como quiere, ¿vale?) que más me gustan. Ambientamos la habitación la noche de Halloween y leemos un libro juntas. Geográficamente separadas, nos vamos mandando audios a través de WhatsApp y comentando el libro en cuestión. El año pasado... Digamos que no fue lo que esperábamos, porque el relato que elegimos, lejos de darnos miedo, acabó con nosotras llorando literalmente de la risa y mandando audios inteligibles entre risotadas. Pero este año iba a ser nuestro año. Íbamos a pasar miedo de verdad, al menos yo, que soy la miedosa de las dos.

Así que cuando llegué a casa, dejé atrás la tarde lluviosa (no podía hacer un tiempo meteorológico más perfecto, bueno... quizá unos truenitos...), encendí velas, enchufé las lucecitas del cabecero de la cama, ahuequé almohadas y me preparé para nuestra sesión terrorífica de lectura. El elegido de este año era Siempre hemos vivido en el castillo de Shirley Jackson y yo me esperaba una novela de terror gótico que me dejara dormir pero sufriendo antes algún escalofrío.... Sin embargo no fue lo que esperaba, lamentablemente.

No se si fueron las expectativas altas, si me había hecho una idea preconcebida totalmente inexacta o si fue un "no eres tú, soy yo", pero Siempre hemos vivido en el castillo me dejó un poco como estaba.
Reconozco que tiene una voz narradora poderosa, Mary Katherine Blackwood, que vive con su hermana Constance, su tío Julián y su gato Jonas. Pronto nos hará partícipes de que hace seis años el resto de su familia murió en extrañas circunstancias, y desde entonces viven prácticamente enclaustrados en la casona familiar, lejos de los ojos escrutadores de los vecinos del pueblo que son realmente crueles.

La ambientación es muy buena, consigue trasladarnos a un ambiente opresivo, donde la reducida familia ha implantado sus propias normas reduciendo al máximo el contacto con el exterior, utilizando en algunos puntos una narración oscura, en las que se dicen las cosas sin decir.

Mi problema con Siempre hemos vivido en el castillo es que siento que no ha rematado, que ha dejado multitud de hilos sueltos que, creo, hubieran dado mucho juego a la historia, quedando desaprovechados y dejándome con la sensación de haber leído una historia a medias. Cerré el libro y mi audio a Teresa fue: "no se qué decirte, me he quedado un tanto fría". Esperaba mucho más de esta novela, de hecho esperaba algo diferente, por eso creo que no he terminado de disfrutarla.

Las opiniones contrarias a la mía son mayoritarias, por eso os recomiendo que les echéis un ojo y que, si os apetece, os forméis vuestra propia opinión sobre Siempre hemos vivido en el castillo. El año que viene... A la tercera va la vencida.

Besos 



lunes, 5 de noviembre de 2018

Las uvas de la ira | John Steinbeck


Las uvas de la ira de John Steinbeck
Alianza editorial
683 páginas

MI OPINIÓN

A Teresa y a mí nos encanta embarcarnos en nuestros propios retos, por eso nos dejamos engañar tanto la una a la otra. La última de nuestras grandes ideas ha sido la de leer en común un clásico al mes juntas. Cada vez elige una, y el mes de noviembre Teresa dió el pistoletazo de salida con uno de esos clásicos que siempre me han dado un poco esa sensación de sí pero no. Las uvas de la ira, era uno de esos libros que quería leer por todas las buenas opiniones que había visto sobre él, pero que no pensaba que me fuera a gustar tanto como lo hizo, me daba cierto respeto y a la vez su sinopsis me parecía deprimente.

El libro está ambientado en Estados Unidos en la época tras el crack del 29, con la Gran Recesión de fondo. Tras esta gran crisis, coincidiendo con la mecanización del trabajo del campo, los bancos se quedaron con las tierras, procediendo a expulsar a los arrendatarios de las mismas, de tal manera que millones de habitantes de la zona centro de Estados Unidos se vieron obligados a emigrar hacia California donde la esperanza de encontrar un trabajo digno les impulsaba en el camino. Concretamente Las uvas de la ira nos narra la emigración de una de esas familias, la familia de los Joad que, al completo, venden sus cosas y emprenden camino hacia el oeste donde, según unos folletos, se necesita mano de obra para recoger fruta. 

Durante todo el viaje empaticé tanto con los personajes, que a pesar de la crueldad del entorno y de la realidad estuve todo el libro deseando que tuvieran un golpe de suerte y que las cosas, de una manera u otra, les fueran bien. Esta novela es una historia triste, oscura, cruel en algunos puntos, pero, sorprendentemente y esto es algo que hablaba con Teresa durante su lectura, me ha parecido un libro tierno, esperanzador y positivo.

Steinbeck nos muestra lo peor del ser humano, como, en circunstancias difíciles, uno se puede volver en contra del vecino dejándose llevar por el hambre y el miedo, pero también nos deja ver lo mejor del mismo, como se reconocen entre iguales, como se tienden la mano unos a otros, y como la unión siempre hace la fuerza; nos va señalando la salida, la luz al final del túnel, aunque algunos no la quieran ver. Y eso me ha parecido todo un mensaje tranquilizador.

Los personajes en este libro son brutales, todos, desde el primero hasta el último, tienen algo que decir, y de una manera u otra me han ganado, pero desde luego me quedo con dos. Tom, el primero de los Joad al que conoceremos y que creo que es uno de los pilares fundamentales de la familia. Por encima de todos, brilla con luz propia Madre Joad, un personaje que no tiene nombre pero cuya hoguera interior va a ser difícil de olvidar; Madre es el motor de la familia, es la que coge las riendas de ésta y la mantiene en movimiento, obligándoles a continuar, a no desfallecer y rendirse, a buscar la solución aunque parezca imposible de encontrar. Es uno de los personajes más briosos, infatigables y férreos que he conocido en la literatura.

Y si fueseis personas horribles y me obligaseis a quedarme con un momento del libro, ese sería su final. No voy a olvidarlo nunca. Un final tierno, íntimo, desgarrador y a la vez ilusionante, lo peor y lo mejor del ser humano condensado en un momento.

No hubiera elegido las Uvas de la ira por muchas razones, por eso agradezco enormemente a Teresa que ella lo hiciera por mi. Espero tener muchos descubrimientos literarios a la altura de éste en nuestra pequeña aventura.

Besos

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