TE QUIERO PORQUE ME DAS DE COMER

Alrevés

Título: Te quiero porque me das de comer

Autor: David Llorente

Editorial: Alrevés

Páginas: 320

ISBN:  978-84-15900-52-8

AUTOR

David Llorente nace en Madrid en 1973.

En esta ciudad publica las novelas Kira, premio Francisco Umbral de novela corta de 1998, y El bufón, premio de narrativa Ramón J. Sender 2000.

En el año 2002 se traslada a vivir a Praga (República Checa), donde escribe las novelas Ofrezco morir en Praga y De la mano del hermano muerto, esta última también traducida al checo.

En esta ciudad crea el grupo de teatro Séptimo miau, cuyas obras escribe y dirige él mismo.

Ha representado por casi todos los países de Europa Central y del Este y ha obtenido diversos premios en varios festivales de teatro internacionales.

Algunas de sus obras han salido publicadas en el libro Los árboles dormidos.

SINOPSIS PROPORCIONADA POR LA EDITORIAL

La novela negra puede y debe romper algunos moldes: «Necesita dar un salto al vacío, y una extraña pirueta en el aire. El requisito es no tener ni vértigo ni miedo», dice David Llorente.

No podemos estar más de acuerdo. La literatura noir necesita también de autores con propuestas atrevidas, arriesgadas y que miren el género negrocriminal desde nuevos puntos de vista.

¿Qué pasaría si la historia que se cuenta no es una sucesión de hechos consecutivos, sino simultáneos? La simultaneidad no parece patrimonio de la literatura, sino, más bien, de la pintura o del cine, pero si las palabras consiguen contravenir su propia naturaleza y transmitir esa sensación —la de que todo lo que sucede, sucede a la vez–, entonces surge un texto envolvente, casi tridimensional.

Proponemos una lectura donde la brutalidad del asesino en serie se ve rodeada de una multitud de historias criminales que, al mismo tiempo que nacen, el narrador las hace desaparecer. No importa quién sea el criminal ni qué tipo de detective lleve a cabo la investigación. Lo que importa es que el asesino existe.

Max Luminaria era un chico muy callado. Sacó la mejor nota de selectividad de toda España y decidió estudiar Medicina. Una vez más, fue el mejor en los exámenes; el mejor en las prácticas y el mejor en el quirófano. Se lo rifaban todos los hospitales. No hubo cirujano más preciso ni vecino al que más quisieran los habitantes de Carabanchel. Lo saludaban por la calle. Le daban las gracias. Todos tenían a un familiar al que el doctor Maximiliano Luminaria había salvado la vida.

Su vida, fuera del quirófano, era diferente, ¿o a lo mejor no? La realidad es que no podrás, nunca más, sentirte aliviado porque se haya descubierto al asesino, porque, querido lector, los asesinos caminan entre nosotros.

MI OPINIÓN

En los tiempos actuales que alguien decida escribir una novela negra no es lo más original del mundo. En pleno auge de este tipo de novelas y las ofertas que llegan desde todos los rincones del planeta hay que apostar fuerte y dar una vuelta de tuerca para poder sobresalir, buscar lo que te diferencia del resto y así llegar a los lectores.

La editorial Alrevés nos prometió una novela negra rompedora, ¡y vaya si ha roto moldes!

La acción transcurre en Carabanchel, barrio madrileño ya conocido por otros libros pero que poco o nada tiene que ver con lo que ya "conocíamos". En el hacen acto de presencia varios personajes, personas fracasadas o a las que la vida les ha llevado a cometer atrocidades. Un barrio negro, negrísimo.

No podemos hablar de personajes principales, porque la novela no sigue este patrón, sino que nos encontramos con muchas personalidades, incluso al principio puede saturar y costar introducirte en la narración. Toda sellas son persona normales que por unas u otras circunstancias se ven envueltos en situaciones que los llevarán al límite, no quedando muy claro donde trazar la línea infranqueable.

Para muestra un botón:

"uno no sabe la facilidad que tiene para matar hasta que no siente que quiere/debe hacerlo: el deseo de matar nace de algún lugar escondido entre las vísceras: las venas te queman: la sangre es ácida: el cerebro adormece todas las necesidades intelectuales: solamente piensa en matar:"

De todos ellos quizá el que aparezca como hilo conductor es Max Luminaria un joven prometedor, un estudiante brillante pero que acaba convirtiéndose en el Asesino de la moneda, un asesino en serie con una lista de víctimas que no deja de ampliarse, metódico, nunca falla.

Es imposible llegar a sentir empatía por ninguno de los personajes, ni siquiera por el narrador, compuesto por una voz externa fría que cuenta las historias como si de un prospecto se tratara. A la misma se le añade una segunda voz que de vez en cuando le hace preguntas a las que el narrador principal a veces contesta y otras en las que `pasa de largo por las mismas.

En cuanto a la prosa del autor es aquí donde quizá encontremos mayor novedad. No solo estéticamente hablando. Escrita de manera seguida, casi con la total ausencia de puntos, no es más que un método para hacer una narración endiabladamente rápida, fría, cortante, meramente objetiva, narrando los hechos sin más. Diseccionando las historias de una manera cruda.

No existe temática en los capítulos sino que en ellos se narran a la vez numerosas historias de personajes distintos, intercalando entre medio listas de diferentes cosas, películas, libros, recetas, enfermedades, síntomas...

Todo ello nos lleva a un final sorprendente, provocativo y algo desagradable.

Un lenguaje desprovisto de florituras, descarnado, frío, sin disfrazar la dureza de la realidad. Y algo incómodo, al no estar acostumbrada a esta forma de narrar me costó bastante entrar en la novela, y algunos pasajes me han resultado desagradables.

En definitiva, una novela negra a la que le concedo esa originalidad, ese soplo diferente que susurra que no todo está inventado. Sin embargo, personalmente, soy de novelas de personajes, incluso en las novelas negras me gusta sentir cercanía con ellos, entenderlos, involucrarme en su evolución y eso es algo que no he encontrado en Te quiero porque me das de comer. 

Por eso creo que me ha gustado leerla, porque es esa aguja en el pajar, esa extrañeza que sólo por aportar algo nuevo al género hay que leer, pero, una vez leída, no buscaría lo mismo en otra novela negra. 

Besos