Ana la de Tejas Verdes de L.M. Montgomery
Toromítico
344 páginas
MI OPINIÓN
En mayo tuve la idea de resarcir nuestro pequeño pinchazo con Mujercitas, por eso propuse leer a Teresa para nuestro pequeño conciliábulo de lectura, Ana la de Tejas Verdes. Recuerdo con muchísimo cariño la serie de dibujos animados y me apetecía acercarme a los libros. Tenía miedo de encontrarme con mucha moralina como me pasó con Mujercitas pero el resultado, para mí, ha sido totalmente satisfactorio en esta ocasión.
Podría haber sido amiga de Ana Shirley perfectamente. Me atrevo a decir que incluso hubiera sido (en realidad es) una amiga de alma gemela. Ana, esa pequeña huérfana que nunca ha sabido lo que es ser querida, llega por fin a un lugar al que puede llamar hogar. Los hermanos Marilla y Matthew Cuthbert han decidido acoger a un joven huérfano para que ayude a Matthew en las tareas de la granja en la que viven, la agradable Tejas Verdes. Sin embargo, por un error, llega la pequeña Ana, una niña con una imaginación desbordante a la que será imposible mandar de vuelta al orfanato.
Pronto parecerá que la vida en Tejas Verdes no puede ser la misma sin Ana, de hecho los hermanos no entienden cómo han podido sobrevivir tanto tiempo sin la presencia de esa niña pizpireta obsesionada por el rojo de sus cabellos y la multitud de pecas que bañan su cara.
Los personajes son lo mejor de la novela. No sólo Ana y los Cuthbert ocupan sus páginas si no que además hace un retrato de todos los vecinos de Avonlea, la metomentodo señora Lynde, la mejor amiga de Ana, Diana, la desagradable Josie Pye, el párroco y su mujer, la profesora de la escuela y el archienemigo de Ana, Gilbert Blythe.
Son muchísimas las anécdotas de la vida de Ana narradas por L.M Montgomery que me han hecho reir, no ya por las meteduras de pata de la pobre Ana, si no por la manera de afrontarlas de la misma, con ese nivel de pantojismo que me ha resultado divertidísimo. Una Ana amante del Romanticismo, lenguaraz, sincera y en constante aprendizaje hace de esta novela una lectura ágil y fresca que he disfrutado muchísimo.
Ana la de Tejas Verdes es una lectura conmovedora, ese tipo de libros en los que te gustaría poder vivir y quedarte, tomándote un té con cualquiera de sus personajes (a excepción de Josie, con la que yo hubiera sido incapaz de realizar ese "esfuerzo heróico" que realiza Ana por tenerle aprecio). Mi suerte es que me quedan siete libros más en los que poder volver a la Isla del Príncipe Eduardo.